ENTREVISTA JULIA OLIVA
Maria Julia Oliva, licenciada en Derecho por la University of Mendoza, y especializada en Derecho Ambiental, es actualmente Directora adjunta de la Unión para el BioComercio Ético (UEBT por sus siglas en inglés – Union for Ethical BioTrade). Además, coordina el trabajo de la UEBT sobre acceso y distribución de beneficios (ABS), tema en el que es una experta reconocida a nivel mundial.
Julia, su camino profesional resulta fascinante para cualquier persona que esté interesada en la conservación de la biodiversidad y la distribución ética de beneficios. Por eso le pedimos si, antes de nada, nos pudiera explicar un poco en qué consiste UEBT, así como su labor como coordinadora de políticas ABS.
La UEBT es una organización sin fines de lucro que promueve el aprovisionamiento con respeto. Trabajamos con empresas que usan ingredientes derivados de la biodiversidad – por ejemplo, plantas y extractos y aceites vegetales – para la producción de alimentos, medicamentos y/o cosméticos. Apoyamos a estas empresas a evaluar, mejorar y validar sus operaciones y cadenas de valor en cuanto a buenas prácticas sociales y ambientales.
Un tema clave que surge en nuestro trabajo es el acceso y distribución de beneficios o ABS. ABS se refiere a una serie de principios y reglas que gobiernan la forma en que las empresas u otros actores usan la biodiversidad para investigar nuevos ingredientes y desarrollar nuevos productos. Es una forma de reconocer el valor de la biodiversidad en la investigación y desarrollo y apoyar prácticas que contribuyan al bienestar de las comunidades locales y a la conservación y regeneración de la biodiversidad.
¿Y cómo llegó la UEBT a su vida?
Estudié abogacía, siempre con la idea de orientarme en temas ambientales. Me enfoqué en el vínculo entre ambiente, comercio y negocios, porque me pareció clara la necesidad de integrar los principios de sostenibilidad en las actividades productivas. Trabajé en Ginebra a nivel de organizaciones internacionales, donde se negociaban temas de comercio, propiedad intelectual y biodiversidad. Ese trabajo es sumamente importante e interesante, pero interesaba acercarme más a la práctica. Por eso elegí trabajar en la UEBT, que justamente trabaja de forma muy cercana con las empresas para mejorar las prácticas sociales y ambientales. Trabajo en la UEBT desde el 2009, y es muy grato ver cómo a través de los años la conciencia de la importancia de la biodiversidad y la adopción de buenas prácticas para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad han aumentado.
¿Cuál es la razón de existencia de la UEBT? ¿Por qué les pareció importante crear esta organización?
La UEBT surge a partir del trabajo de la Iniciativa para el BioComercio, un programa de las Naciones Unidas. El objetivo de este programa es promover el uso de la biodiversidad con respeto a principios sociales, ambientales y económicos. La UEBT se creó en el 2007 para apoyar y validar las buenas prácticas de las empresas. A través de las empresas que se unen a la UEBT, tal como Provital y muchas otras, trabajamos para que la forma en que se cultivan, se recolectan y usan los ingredientes de la biodiversidad sirva para regenerar la naturaleza y asegurar un mejor futuro para todas las personas.
Por un lado, estamos a ante una situación crítica para la biodiversidad. Hablamos de una sexta extinción, no sólo por la pérdida de especies, sino también por la pérdida o degradación del hábitat o ecosistema de esas especies.
Y no se trata sólo de buscar conservar ciertas áreas, sino de lograr un equilibrio, una valoración de la biodiversidad y de todo lo que nos brinda en forma directa (como comida, fibras, medicina) e indirecta (regulación del clima, polinización de cultivos, agua fresca, etcétera). Se trata también de lograr un uso sostenible y una distribución justa de los beneficios. Pero ¿cómo podemos promover el uso sostenible? Dándole valor a los elementos que conforman esos ecosistemas. Al darles valor, esa situación crítica se convierte también en una oportunidad, en la oportunidad de promover prácticas que respetan a la gente y a la biodiversidad, y así promueven un mundo donde ambos estén bien y en equilibrio.
Ahora es un momento clave para la biodiversidad. La comunidad internacional está discutiendo el marco que va a guiar a las políticas y prácticas sobre la biodiversidad para las próximas décadas. Creo que es una gran oportunidad para que las empresas se plantee su aportación y responsabilidad como actor importante en estos temas. Además, por suerte, hay mucha mayor conciencia en general de la relevancia de la situación. Ya no se concibe biodiversidad como algo que sólo debe existir en el Amazonas, por ejemplo, sino que está en todo lo que nos rodea. Acciones empresariales que promuevan la riqueza ambiental de nuestro entorno, desde cualquier selva tropical, hasta un bosque alrededor de Barcelona, están aportando mucho a la causa.
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo? ¿Algún proyecto que le haya resultado especialmente gratificante?
Pues mira, dos cosas que me encantan de mi trabajo son, primero, el grupo de gente con el que me toca trabajar y colaborar, siempre con un entusiasmo y energía positiva que es un verdadero gusto de encontrar, y segundo, la creatividad de las soluciones a las que llegamos en los proyectos, es decir, el hecho de que nuestro trabajo siempre tenga como objetivo último aportar soluciones que realmente sirvan a las empresas en su deseo de conservación de la biodiversidad. Ver ese trabajo reflejado en resultados es lo más gratificante. Un ejemplo del que estamos súper orgullosos es el del barómetro de la biodiversidad, un instrumento de medición (a través de encuestas a los consumidores) del nivel de concienciación en cuanto a la biodiversidad. Gracias a esta idea, hemos podido medir el incremento de la concienciación de los consumidores en todos los países durante estos diez años. De hecho, se ha convertido en uno de los instrumentos para medir las metas establecidas en el Convenio de Biodiversidad Biológica, y a través del cual las empresas pueden percibir mucho mejor el creciente interés por el tema de los consumidores finales.
Aquí en Provital desarrollamos principios activos cosméticos, provenientes de materias primas naturales, y utilizados después por laboratorios de producto final. En esta cadena de suministro de productos cosméticos, ¿cómo podemos los proveedores, intermediarios, distribuidores, fabricantes, etc., participar activamente en esta conservación de la biodiversidad y equilibrio social? ¿Hay algún punto de la cadena que sea especialmente clave?
Cuando surgió la idea del BioComercio en el contexto de las Naciones Unidas, la idea era promover el desarrollo de cadenas para llegar al mercado, es decir, utilizar ingredientes de la biodiversidad nativa de países como Perú, por ejemplo, y desarrollar productos que pudieran llegar al mercado. Pero con el tiempo quedó claro que ese enfoque bottom up no era suficiente, se necesitaba una demanda de mercado, la cual empieza en el consumidor, pero también depende de lo que estén buscando las marcas y sus proveedores. Es entonces cuando se cambia la estrategia y se emplea también esa demanda como pull factor para llevar valorizar la biodiversidad y mejorar las prácticas en las cadenas de valor.
Pero no hay un sólo eslabón de la cadena que sea el clave. Para lograr buenas prácticas, deben justamente contribuir todos los actores. Es decir, todos los actores de la cadena tienen que trabajar juntos, cooperar y asumir unos mismos compromisos de transparencia en la forma de trabajar y comunicarse. Esos compromisos serán obviamente distintos en los distintos niveles de la cadena de valor y en distintos tipos de cadenas de valor. Por ejemplo, en Provital, para algunas de vuestras cadenas será suficiente con asegurar la trazabilidad y ciertas prácticas esenciales, y en cambio, en otras más estratégicas, se establecerá una mayor inversión para lograr un impacto positivo. Pero, aunque el nivel de implicación e inversión sean distintos, es importante que siempre esté presente la comunicación entre los actores de la cadena.
¿Diría usted que en los últimos años ha habido más predisposición por todas las partes de la cadena de suministro en la industria cosmética? Y si es así, ¿qué cree que ha cambiado o está cambiando?
La industria cosmética tiene una particularidad, y es que el consumidor tiene una relación muy íntima con el producto, muy personal, que les hace sentir bien, y esto crea un vínculo con el producto y la marca muy grande, lo que conlleva mayores expectativas respecto a la demanda de ingredientes naturales. Los consumidores quieren algo que les haga sentir bien física y emocionalmente. No quieren aplicar sustancias químicas o que perciban como tóxicas en su cuerpo, y tampoco quieren consumir nada que les genere una mala consciencia por su efecto en el medio ambiente o en los productores locales. Es gracias a esta creciente consciencia ambiental de los consumidores, que hemos visto más y más esfuerzos por parte de las empresas de la industria cosmética.
Como antes he mencionado, es gracias al pull factor que se produce un efecto en cadena, debido a los requerimientos de biodiversidad que las marcas y fabricadores de producto final exigen a sus proveedores. Por ello, las empresas B2B casi siempre van un paso atrás. Pero hay grandes excepciones. Empresas, como Provital por ejemplo, que se han adelantado a las exigencias, han entendido las tendencias y han establecido estrategias y acciones que les proporcionan una ventaja competitiva, siendo ellos quienes ofrecen soluciones a las marcas, inspirándolas y ayudándolas también a hacer realidad sus compromisos.
En Provital, creemos que la conservación de la biodiversidad tiene que ser uno de nuestros pilares y objetivos, pensamos que es en parte nuestra responsabilidad como empresa. Para ello, nos guiamos de normativas y certificados específicos. Por ejemplo, desde hace un tiempo, no desarrollamos ningún activo que no pueda cumplir con el Nagoya Protocol, sobre acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de su utilización al convenio sobre la diversidad biológica. ¿Considera usted que este protocolo, en vigor desde 2014, es un gran paso hacia adelante? ¿Cuál cree que tendría que ser el siguiente en esta industria?
Los principios de acceso y distribución de beneficios, que reconocen los derechos los países y los pueblos sobre la biodiversidad y los conocimientos asociados fue un verdadero cambio de paradigma. Estos principios, establecidos a nivel internacional pero aplicados a través de normativa nacional y regional, exigen transparencia, diálogo y equidad en los proyectos de investigación y desarrollo de productos. Es cierto que la aplicación ABS es complicada, porque los requisitos autoridades se desarrollan de forma diferente en cada país y quedan muchas dudas sobre cómo estos requisitos se llevan a la práctica. Por esa razón, las empresas suelen tener dificultad en entender los procedimientos, en conectar con las autoridades pertinentes, en encontrar socios locales, etc., lo que incluso a veces provoca el abandono de proyectos. Conseguir los permisos y las documentaciones supone un verdadero desafío para las empresas. Como UEBT, desarrollamos distintas herramientas y proyectos para apoyar a las empresas. Y aquí dejadme que aplauda la labor de vuestro departamento de Regulatorio, que con persistencia, paciencia y organización, ha logrado que Provital obtuviera estos permisos en Sudáfrica, México y otros países.
Aunque en Provital hayáis entrado más en el tema, a nivel general, la falta de claridad y de certeza jurídica aun afectan negativamente al sector cosmético, previniendo su total incorporación en ABS y establecerlo como ‘nuevo normal’. ¿El siguiente paso? La incorporación de ABS en todos los procedimientos de las empresas sin problemas. Pero para ello, aún faltaría que los tiempos y las formas de trabajar entre el sector privado y las autoridades de los gobiernos entren en sintonía. Pero bueno, ahí está nuestro objetivo, un verdadero reto por el que aún tenemos que trabajar mucho para conseguir alinear todos los actores.
Nosotros estamos especialmente orgullosos de proyectos como Affipore™, un activo producido a partir del buchu, proveniente de unas áreas de cultivo ubicadas en Sudáfrica. La principal prioridad de estas plantaciones es promover la conservación y propagación de las especies nativas de África, proporcionando una fuente sostenible de productos naturales. Con proyectos como éste, no solo ayudamos a la conservación de la biodiversidad, también somos partícipes de un desarrollo social equitativo en la zona de cultivo de la planta. Por ello, nos gustaría ir más allá y confirmar el proyecto también a nivel legal. ¿Cuál es su perspectiva respecto a este proyecto?
Este proyecto es el caso emblemático en ABS, que demuestra que no se trata sólo de cumplir con ciertas nuevas normas, sino de una nueva forma de trabajar, en la que todos los actores contribuyen. El Buchu es una planta endémica de Sudáfrica, y muy ligada a los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas de la zona. Pueblos muy vulnerables a partir de toda una historia de colonización. La normativa sobre ABS permite reconocer los conocimientos de estos pueblos a través de acuerdos de consentimiento informado previo y distribución de beneficios. En el proceso de desarrollo de Affipore, Provital reconoce estas normativas y principios de acceso y distribución de beneficios mediante la colaboración con socios locales (Ej: Parceval). Es decir, hay un reconocimiento, una valorización, y una distribución de beneficios basada en el uso del recurso genético y del conocimiento tradicional ligado a ese recurso genético. En resumen, un bonito proyecto para la conservación y valoración de la biodiversidad.
No hay comentarios
Todavía no hay ningún comentario en esta entrada.
Deja un comentario