Aunque conocer los ingredientes comedogénicos es importante para todo el mundo, resulta fundamental para quienes tienen una piel propensa al acné.
Ciertos tipos de piel pueden ser más susceptibles a los brotes causados por ingredientes comedogénicos, por lo que deben tener cuidado a la hora de elegir el producto adecuado. Pero también las marcas, que buscan ofrecer un valor añadido a sus clientes, deben tener en cuenta las preocupaciones de los consumidores en torno a los ingredientes comedogénicos, ayudarles a adaptar sus rutinas de cuidado de la piel e informar, al mismo tiempo, sobre sus posibles propiedades «no comedogénicas».
Hoy en día, elegir con conocimiento de causa es una tendencia determinante, sobre todo entre los consumidores preocupados por su salud. En este sentido, la atención se centra cada vez más en la transparencia de los ingredientes, ya que los consumidores son cada vez más exigentes, como lo demuestra el interés por herramientas como el análisis de ingredientes cosméticos.
En este contexto, la visibilidad en torno a los ingredientes comedogénicos representa una cuestión clave para generar confianza en el consumidor, de modo que se pueda considerar que las marcas ayudan de forma activa a las personas a tener el control sobre la salud de su piel.
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Qué son los ingredientes comedogénicos y cuáles son sus efectos
Los ingredientes comedogénicos son sustancias presentes en los productos cosméticos y para el cuidado de la piel que tienen tendencia a obstruir los poros, provocando la formación de comedones (puntos negros y blancos), que pueden agravar el acné y otros problemas cutáneos.
La tendencia de un ingrediente a causar comedones se conoce como «comedogenicidad», una característica que puede variar, ya que algunas sustancias pueden obstruir los poros más que otras.
De hecho, ciertos productos cosméticos pueden contribuir a la aparición de brotes de acné, una afección conocida como «acné cosmético». Estos brotes, caracterizados por granos y pústulas pequeños y persistentes, suelen aparecer en zonas de la piel donde se aplica maquillaje con frecuencia, aunque no siempre están causados únicamente por productos de maquillaje.
Sin embargo, para entender los ingredientes comedogénicos es también importante poder distinguir entre comedogenicidad y acnegenicidad, dos conceptos que, si bien presentan matices, a veces pueden confundirse:
- Los ingredientes comedogénicos se caracterizan por su capacidad para obstruir los poros. Esto, a su vez, puede provocar la formación de comedones, que son lesiones no inflamatorias del acné, como puntos negros y puntos blancos.
- Los ingredientes acnegénicos, en cambio, provocan obstrucciones e inflamación en la piel, desencadenando o empeorando los brotes de acné, incluidas sus manifestaciones inflamatorias, como pápulas, pústulas y quistes.
¿Qué ingredientes hacen que un producto sea comedogénico?
Una lista de sustancias que normalmente se identifican como comedogénicas suele incluir algunos alcoholes grasos, ácidos grasos esteárico y palmítico, ciertos ésteres y derivados (como el miristato de isopropilo o el palmitato de isopropilo), ceras como la lanolina o ciertos emulgentes como el Oleth-3 y el Laureth-4.
Sin embargo, cuando cuando se trata de detectar ingredientes comedogénicos, es importante adoptar un enfoque más matizado, ya que hay que tener en cuenta que la comedogenicidad de un ingrediente concreto puede variar según su concentración, la formulación exacta del producto y la sensibilidad y el tipo de piel de cada persona. De hecho, mientras que algunas personas con piel grasa o propensa al acné pueden ser más susceptibles a estos ingredientes, otras pueden no experimentar ningún problema.
Pongamos como ejemplo los aceites naturales. Con frecuencia se considera que obstruyen los poros, pero lo cierto es que su comedogenicidad puede variar, dependiendo de factores como el procesado y la frescura. Así, los aceites refinados tienen más probabilidades de ser comedogénicos debido a la oxidación y la pérdida de nutrientes. Un ejemplo de ello es el aceite de semilla de uva de alta calidad, elogiado por su capacidad para sustituir a la lecitina, y que tiene una baja calificación comedogénica, ofreciendo una hidratación ligera y de fácil absorción que también regula la producción de grasa. O el caso del romero para el cuidado de la piel, y que se desmarca de ciertos extractos vegetales que pueden etiquetarse como ingredientes comedogénicos.
En otras palabras, cuando se trata de ingredientes comedogénicos, no hay una regla general. Solamente el correcto equilibrio entre la transparencia de la marca y la educación del consumidor puede gestionar adecuadamente esta cuestión.
¿Cómo saber si un producto es comedogénico?
La escala de clasificación comedogénica tradicional asigna a los ingredientes cosméticos un valor numérico de 0 a 5 en función de su potencial para obstruir los poros y causar acné:
- 0: No comedogénico; no obstruye los poros.
- 1: Muy baja probabilidad de obstruir los poros.
- 2: Baja probabilidad de obstruir los poros.
- 3: Probabilidad moderada de obstruir los poros.
- 4: Probabilidad bastante alta de obstruir los poros.
- 5: Alta probabilidad de obstruir los poros.
Normalmente, se aconseja a las personas con piel propensa al acné que eviten los ingredientes de las categorías 3, 4 y 5. Sin embargo, esta escala ha sido calificada recientemente como obsoleta, ya que sus críticos basan su análisis en las inexactitudes detectadas en las pruebas en las que se basan estas clasificaciones.
Inicialmente, esta escala se desarrolló basándose en estudios en los que se probaban ingredientes en orejas de conejo (lo que se conoce como «el modelo de la oreja de conejo«). De ahí que los críticos cuestionen el modelo alegando que la piel de conejo difiere significativamente de la piel humana. También se cuestiona que los ingredientes a menudo se probaban en altas concentraciones, un proceso que no refleja las fórmulas cosméticas típicas y que podría haber dado lugar a clasificaciones comedogénicas exageradas. Por último, las clasificaciones no tienen en cuenta que la piel humana y sus reacciones varían mucho de una persona a otra, ni tampoco las interacciones entre ingredientes, ya que el potencial comedogénico de un ingrediente puede cambiar al combinarse con otros.
Como resultado, no existe una evaluación estandarizada de la comedogenicidad. Hoy en día, los métodos de ensayo son variables, lo que da lugar a resultados incoherentes: mientras que algunos se basan en modelos desfasados, otros utilizan enfoques más actuales que son más precisos. Esto significa, que las afirmaciones de «no comedogénico» pueden ser muy subjetivas, lo que dificulta que los consumidores tomen una decisión bien fundada.
Dentro de este escenario tan inestable, los consumidores, en su búsqueda por evitar los ingredientes comedogénicos, están tomando precauciones para sortear la incertidumbre y se inclinan por las marcas que promueven la transparencia de los ingredientes y por aquellas que dan prioridad a los ingredientes familiares y naturales. De hecho, ha llegado el momento de llevar la transparencia de los ingredientes un paso más allá, de modo que se fomente la transparencia también en los procesos e informes «detrás de bastidores». Esto implicaría una mayor responsabilidad sobre cómo las marcas comprueban la comedogenicidad y los criterios que utilizan para etiquetar los productos como no comedogénicos.
En este contexto, los esfuerzos por educar y concienciar sobre los matices de la comedogenicidad son bien recibidos, de modo que se recompense a las marcas que ayudan a los consumidores a tomar decisiones informadas basadas en las necesidades específicas de su piel.
Por tanto, hoy en día, la transparencia en torno a los ingredientes comedogénicos va más allá de una mera comprobación en la lista de ingredientes. Dado que las escalas convencionales de clasificación comedogénica se consideran ya obsoletas, las marcas deben redoblar sus esfuerzos para comunicar los posibles efectos comedogénicos de sus fórmulas.
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